En una reunión familiar cargada de emociones, Jesús toma la palabra con un brillo especial en los ojos, prometiendo una noticia que cambiará sus vidas para siempre. Aunque algunos creen que el nerviosismo está relacionado con la rutina, pronto queda claro que se trata de algo mucho más importante. Con una sonrisa emocionada, Jesús anuncia que él y Begoña han decidido ampliar la familia a través de la adopción de un niño.
La reacción es inmediata. El padre de Jesús, visiblemente conmovido, les felicita efusivamente, seguido por otros miembros de la familia que celebran la decisión con palabras de apoyo y alegría. Uno comenta que esta casa necesita más niños corriendo por el jardín, mientras otro reflexiona sobre la fortuna que tendrá el niño al llegar a una familia tan unida.
Sin embargo, no todos los presentes comparten el entusiasmo. Andrés, el hermano de Jesús, se muestra distante, ofreciendo una felicitación tardía y cargada de un tono frío. Este gesto no pasa desapercibido, generando cierta tensión en la celebración. Jesús, herido por la actitud de su hermano, intenta calmar los ánimos y enfocarse en la buena noticia.
Mientras tanto, Begoña parece algo indispuesta, lo que despierta rumores en la familia. Algunos se preguntan si su incomodidad se debe a un deseo no cumplido de dar ella misma este tipo de anuncio. Sin embargo, la alegría general prevalece, y la familia comienza a planear una gran fiesta de bienvenida para el niño que pronto llegará a sus vidas.
La escena termina con un aire de esperanza y emoción, pero también deja preguntas sin respuesta sobre los conflictos familiares y los desafíos que podrían surgir en este nuevo capítulo.