En Sueños de libertad, Andrés está visiblemente confundido y herido, interpretando mal las buenas intenciones de María. Tras un desayuno en el que intentan hablar, María intenta consolarlo, pero Andrés, atrapado en sus propios pensamientos y emociones, duda de sus verdaderas intenciones.
María, preocupada por su sufrimiento, le explica que no le gusta verlo padecer. Sabe que su padre ha sido muy duro con él, y le parece injusto que cargue con una culpa que no le corresponde. A pesar de sus esfuerzos por apoyarlo, Andrés sigue sin poder liberarse de esa sensación de responsabilidad. María, aunque sabe que sus decisiones fueron erróneas, tiene claro que Andrés es un hombre honrado, y lo único que busca es que no sufra más.
Sin embargo, Andrés malinterpreta la situación y comienza a dudar de las acciones de María, sugiriendo que hay algo oculto en su comportamiento. Le pregunta si, tal vez, su padre le pidió que dejara la empresa y se quedara sin trabajo, lo que lo pone aún más a la defensiva. María, con una mezcla de frustración y sinceridad, le responde que su matrimonio no está relacionado con esos intereses. Ella solo quería ayudarle, pero parece que sus esfuerzos no son comprendidos por él.
La situación culmina cuando Andrés le expresa su desconfianza, acusándola de tener siempre algún tipo de interés oculto en lo que hace. María, sintiéndose rechazada, le pide que no se meta en sus asuntos, demostrando lo difícil que es mantener la paz en su relación. Este malentendido crea una distancia emocional entre ellos, marcando un punto crítico en su historia.
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