Don Pedro regresa decidido a recuperar a su esposa Inés, convencido de que ambos merecen una oportunidad para reconstruir su relación. Después de hablar con Irene y proponerle ir al cine, Don Pedro también ha decidido cortar definitivamente con Dña. Ana, buscando un lugar para encontrarse con Jesús y dejando claro que no volverán a verse en su casa. Él le explica a Inés que la distancia entre ellos fue lo que causó los problemas y que está dispuesto a cambiar. Antes de morir, le había prometido a su hijo que intentaría todo para sanar su matrimonio. Con esperanza, le pide a Inés que le crea y que le dé una oportunidad.
Pero al llegar, se enfrenta a una escena devastadora. Inés, con una dolorosa calma, le responde que para ella, siempre fue solo un acuerdo entre familias, un vacío emocional que nunca pudo llenar. A pesar de su devoción religiosa, Inés siente que ni siquiera Dios puede salvarla del sufrimiento que lleva consigo. Explica que su único anhelo era el amor de su hijo, pero que no logró ganárselo. En un acto de desesperación, Inés revela que solo la muerte puede liberarla de este dolor insoportable. También cree que es la única forma de liberar a Pedro de su sufrimiento. Pide perdón a Dios y a su esposo, sabiendo que el fin de su sufrimiento está cerca.
Mientras Pedro escucha, el horror y el dolor se apoderan de él al descubrir que su esposa se ha quitado la vida, llevándose consigo las últimas esperanzas de reconciliación.