En un conmovedor momento onírico, Mateo comparte un último mensaje lleno de amor y esperanza para Claudia. En su sueño, reflexiona sobre lo mucho que le habría gustado que Claudia conociera el mar junto a él: su inmensidad, la fuerza de sus olas, y la belleza de sus atardeceres. Sin embargo, ambos saben que ese deseo nunca podrá cumplirse.
A pesar de la tristeza que conlleva su despedida, Mateo le pide a Claudia que no se deje vencer por la melancolía. La alienta a seguir adelante, recordándole la fortaleza que siempre ha demostrado. Aunque su historia juntos haya sido breve, le confiesa que fue el periodo más feliz de su vida y que incluso en sus últimos momentos, ella fue su mayor alegría.
Con ternura, Mateo le implora que viva plenamente, no solo por ella, sino también por los dos. Le asegura que siempre estará esperando por ella, pero la anima a no apresurarse, porque aún tiene mucho por vivir. Promete que, aunque físicamente no esté a su lado, su presencia permanecerá siempre con ella.
El sueño se interrumpe cuando Claudia escucha una voz que la llama a despertar. Aunque la escena onírica desaparece, las palabras de Mateo quedan grabadas en su corazón, dándole fuerza para enfrentar el futuro.
Un momento lleno de emoción que refleja el amor eterno y la resiliencia frente a la pérdida en Sueños de Libertad.