En un intento por forzar su despido, Miriam hace todo lo posible para sabotear la visita de Pelayo a la fábrica. Durante una conversación tensa, muestra una actitud despectiva al cuestionar el trabajo y los productos de la empresa. En particular, pone en duda la calidad de los productos que se están utilizando, sugiriendo que no están a la altura de las expectativas de los clientes, en especial del señor Olivares. Miriam, quien parece conocer los secretos del laboratorio como nadie más, señala de manera directa la diferencia entre las esencias utilizadas en el laboratorio y las que, según ella, no cumplen con los estándares requeridos.
A pesar de la gravedad de sus comentarios, que incluyen el uso de materias primas de lujo como el ámbar gris, Miriam insiste en desafiar la autoridad de Pelayo y otros superiores. Esta actitud no solo pone en riesgo su puesto, sino que también muestra su insatisfacción con su trabajo y su deseo de ser despedida. En un punto de la conversación, Pelayo intenta calmar la situación, pidiendo que Miriam se retire y se disculpe por sus palabras. La tensión en la fábrica aumenta, dejando claro que Miriam está dispuesta a hacer cualquier cosa para desestabilizar la operación y hacer que su despido sea inevitable. Sin embargo, la pregunta es si su estrategia será eficaz o si, por el contrario, sus acciones la llevarán a un desenlace aún más complicado.