Todo lo que ha sucedido en el capítulo especial de ‘La Promesa’: un divertido sueño y el primer beso homosexual de la serie

Los espectadores de La Promesa han disfrutado este miércoles de lo lindo, gracias a un capítulo especial que la producción de La 1 de Televisión Española ha ido promocionando hasta la fecha. Los guionistas de la serie diaria, protagonizada por Ana Garcés, Arturo García Sancho y Eva Martín, entre otros intérpretes, se han encargado de hacer realidad una de las fantasías de los seguidores: ver a los habitantes de la planta noble como los criados del popular palacio, y viceversa. Explicamos, a continuación, todo lo que ha sucedido en este divertido episodio, que ha ido descubriendo poco a poco de qué manera se habían transformado sus personajes.

Todo se ha debido a un sueño de María Fernández, quien, en el capítulo anterior del melodrama, se quedó a dormir con Jana en su alcoba de la planta noble. La doncella temía que los marqueses, o cualquier otra persona, la pudieran descubrir. Y así ha amanecido la joven: con Cruz despertándola de buena mañana, diciéndole que estaba todo el mundo esperándola para desayunar. Cuál ha sido su sorpresa cuando, lejos de recriminarle nada, la marquesa le ha tratado como si fuera su sirvienta. Y es que en esta nueva realidad, Cruz estaba vistiendo el uniforme de ama de llaves, y María, sin comerlo ni beberlo, era hija de marqueses.

“Esto debe ser una broma”, ha comentado María. El nuevo ama de llaves le ha pedido a María que se apresurase en vestirse, pues era un día muy importante: “Recibimos en La Promesa a sus tías, las hermanas de su padre”. La asombrada María ha dicho que le estaba costando asumir la realidad, y se ha quedado de piedra cuando Cruz le ha tocado cariñosamente el rostro para calmarla.

Al llegar al comedor, los nuevos marqueses de Luján, Rómulo y Petra, esperaban con sus hijos sentados a la mesa, Jana y Lope. Manuel estaba de pie, sirviendo como lacayo. Los padres han pedido a María que les diese un beso de buenos días a cada uno, y la joven ha mirado a Jana, buscando su complicidad, antes de besar en la mejilla a la que era “la marimandrajos”. Para más inri, Manuel miraba a María con ardiente deseo, y la chica se ha quedado del todo cohibida, aunque eso no le ha impedido devorar todo lo que había en la mesa.

Rómulo, a Lope: “Ha llegado el momento de que sepas la verdad”

Abajo, en el servicio, Cruz ha llorado después de la bronca que Rómulo le ha echado por no preparar a su hija a punto, y Alonso ha tratado de consolarla. Catalina, convertida en doncella, ha aprovechado el momento para criticar la deficiente labor del ama de llaves. “La señora Ezquerdo no hace bien su trabajo y nosotras estamos pagando sus errores”, ha machacado Catalina a su compañera Martina, en la sala de la plancha. La joven se ha ofendido por el hecho de que Martina siempre defendiese al ama de llaves.

El marqués guarda un secreto

A solas, en la sala del piano, Manuel ha cerrado las puertas tras de sí, y le ha dicho a María que tenía algo que decirle. El chico entendía que él era un simple lacayo y ella la hija de los marqueses. “No sé por cuánto tiempo”, ha dicho entre dientes María. El joven se ha abalanzado sobre ella para encandilarla, y decirle que no podía dejar de pensar en ella. La soñadora ha intentado esquivarlo: “Imagina que se entera la Jana, ¿yo qué le iba a decir?”. Cuando Manuel estaba a punto de rozar sus labios, Jana casi los ha descubierto al abrir las puertas, para llamar a María.

Más tarde, Lope se ha quejado frente a sus supuestas hermanas de la responsabilidad que conllevaba ser el heredero del marquesado. Jana y María le han propuesto que hablase con Rómulo para que templase sus nervios de los últimos días. Así lo ha hecho Lope, quien ha preguntado a su padre por las verdaderas razones de sus preocupaciones, más allá de la visita de sus hermanas. “Ha llegado el momento de que sepas la verdad”, ha anunciado Rómulo.

Paralelamente, Petra ha contado a sus dos hijas que debían prepararse para recibir a sus tías. Jana no ha disimulado el rechazo que le producen las señoras. La marquesa ha dicho que sabía bien lo que pensaban de ellas, pues había parido a sus hijas, a lo que María ha contestado por lo bajito que solo esa imagen le daban ganas de vomitar. Ambas hijas han acabado animando a Petra para que se impusiera ante sus cuñadas: “No les debes nada”.

Pero eso no era cierto. El marqués ha reconocido a Lope que sus hermanas rescataron a la familia de la quiebra, y temía que el secreto saliese a la luz. Lope, sorprendido, ha querido saber qué habían pedido “las brujas de sus tías” a cambio. Al saber de qué se trataba, Lope ha intentado renegar de su parte de la herencia: su padre había acordado casar a María con “un malnacido”. ¿De quién se trata?

En la recepción de las tías, ha sorprendido lo engalanadas que han llegado doña Simona y doña Candela, así como la ausencia del característico acento andaluz de la segunda. Ya acomodadas en el salón, las señoras no han tardado en desvelar que habían acordado casar a María con el marqués de Lugarda, a cambio de la donación económica hecha a La Promesa. Manuel, de lacayo, ha escuchado atentamente.

Así ha comenzado una batalla verbal entre Petra y las tías, en las que la marquesa dejaba claro que no pensaba consentir que se sintieran superiores a ellos. Petra ha dicho que aquel pacto no iba con ella, y Jana y Lope han aparecido por la puerta para apoyar a su madre, algo que Rómulo ha replicado. Los nuevos Luján han echado de su casa a las tías, pues preferían ser pobres que seguir arrodillados ante ellas. Candela les ha amenazado con que las cosas se torcerían mucho más.

Un beso inesperado

En las cocinas, Curro, con bigote, y Lorenzo, con una larga perilla, aparecían como los desastrosos cocineros del palacio. El mayordomo Alonso les ha llamado la atención por haber quemado los pasteles para la visita. Por otro lado, Catalina le ha reconocido a Cruz que ansiaba el puesto de ama de llaves (tal y como Petra lo envidiaba de Pía): “Meterá la pata y ese puesto vendrá a mí”. Pero las cosas han cambiado súbitamente cuando Alonso ha presenciado lo inimaginable: el primer beso lésbico de La Promesa.

Catalina y Martina se estaban besando, creyendo que nadie les veía. Alonso ha ido con el cuento a Cruz, y le ha aconsejado que usase aquella información para poner a Catalina en su sitio. Posteriormente, Catalina ha recriminado a Cruz la mala labor de los cocineros, pero Alonso ha explicado que los gritos que se escuchaban de las tías visitantes no era por los pasteles quemados. “Es usted la que tiene las horas contadas en esta casa”, ha anunciado el mayordomo a la doncella, echándole en cara haberla visto besándose con Martina.

Alonso ha despedido a Catalina del servicio, pero Cruz le ha frenado los pies, en un aplaudido manifiesto. El ama de llaves ha considerado que Catalina no se iría: su comportamiento no había sido correcto con ella, pero no debía marcharse por amar libremente a quien desease. “Su secreto y el de Martina serán bien guardados, tienen nuestra palabra”, ha expresado Cruz.

María se despierta

Manuel ha acudido al encuentro de María nuevamente, y le ha dicho que, por un segundo, había temido perderla cuando ha escuchado que iba a ser desposada con el marqués de Lugarda. Por este motivo, el joven lacayo le ha propuesto a la noble huir con él. “¿Me quieres?”, ha preguntado Manuel, embargado de pasión. María ha respondido que “querer” era una palabra un poco fuerte, y ha puesto cara de aprieto cuando el chico ha proseguido diciendo que quería que fuese su esposa, quería darle hijos, y que su corazón era suyo desde que la conoció.

“Qué fantasía”, ha proclamado María, quien se encontraba mareada de tanta intensidad. Manuel la ha besado como un galán típico de telenovelas. A María le ha gustado, y ha querido repetir, pero las puertas se han vuelto a abrir tras ellos, y han aparecido todos los Luján, presenciando la escena. En ese momento, María Fernández ha despertado sobresaltada, y ha intentado explicarle a Jana cómo Manuel le había besado en sueños. A todo esto, unos pasos se acercaban a la habitación. ¿Descubrirá Petra a María durmiendo en ella?

El capítulo especial de La Promesa ha permitido que volase la imaginación del público, así como ha demostrado la gran capacidad actoral de los intérpretes, al asumir roles y tonos diferentes al que están habituados a ejercer en el serial. Los espectadores se han quedado con ganas de descubrir más historias sobre este mundo alternativo, planteado de manera ocasional, y la producción de La 1 de TVE ha mostrado una vez más que, tras casi dos años de emisión, sigue encontrándose en plena forma para seguir sorprendiendo a su público.